lunes, 22 de octubre de 2012

Tú, que me hiciste un hombre...

Te noto distante, lejos de mí, casi ni puedo olerte, casi no siento lo que sentía todas las mañanas al despertar mirándote desde mi ventana apreciando tu belleza... Ya estás demasiado lejos y sigo formando parte de tu historia. A veces te sueño, otras te pienso y hasta deseo tenerte aquí. Y es que eres la más bonita, la que aguantó mi peso sobre ti 18 años y ahora tuve que partir. La misma que conozco como si fuera su madre, la misma que me acompaña cuando estoy solo, la misma que no puedo olvidar...
Tú que eres tan bonita, tú que puedes, enséñale al mundo tus monumentos, tu arte, tu vino, tu olor y tus tierras... tu gente, tu solera, tus caballos, tu feria y tus entrañas, demuéstrale al mundo que en belleza nadie te gana, que a malas personas has visto crecer y a buenas has criado, que tú estás en nuestro corazón allá donde vayamos, que no te olvido y que existo gracias a ti. Esas noches frías sólo como tú sabes y ese verano flamante e insoportable hacen de ti ser mi ciudad, el sitio que me vio crecer, el lugar que algunos desearían conocer, la más maravillosa.
La cuna del flamenco, que amamantó a figuras del arte durante sus torcidas vidas, caracterizada por esas calles estrechas y largas, esa Plaza del Arenal, el corazón de tu ciudad, la sagrada catedral que recorre por tus venas y esa preciosa Alameda rodeada de turistas, turistas que saben lo que eligen, que buscan recorrer historia y belleza por tus calles oscuras en la noche jerezana. El maravilloso parque González Hontoria donde reina la fiesta en esa famosa semana de Mayo cuando los caballos y el vino de tu madre La Tierra salen a pasear. Sin hablar de tus maravillosas iglesias y capillas donde reina la devoción de miles y miles de cristianos, donde en esa Semana Santa asoman su traje a la luz del Sol para ver pasearse a nuestro Dios.
Tú que viste un equipo en Primera División por primera vez, que lo acompañaste a la gloria junto a todos sus tripulantes azules. Tú que creciste como una niña pequeña para convertirte en la más hermosa de todas, la preciosa hija de San Dionisio y Nuestra Merced, y ahora madre de todos nosotros.
Lejos de ti me encuentro, no mucho pero cualquier distancia me hace echarte de menos y pensar en ti. Gracias por ver como mis errores se convertían en aciertos, por ayudarme, por tu excelente existencia. Todo tipo de ciudadanos se desplazan por tus venas, desde vagabundos hasta dueños de ti, pero tú no tienes dueño ni dueña, tú reinas por ti sola, en el día y en la noche, en la claridad del Sol y el auge oscuro de la Luna. Viste crecer a celebridades de tu mano que te representan a los cuatro vientos, porque uno no debe avergonzarse de hablar con la zeta, porque tú nos regalaste tu idioma, tus calles, tu solera, tu arte, tus vinos, tus tierras, tus caballos y tu historia para llevarlos por bandera, a la misma princesa de esta provincia, a ti, mi querida, a Jerez. Porque no hay nada malo en decir: "Yo zoy de Jeré, y estas zon mis tierras". Enséñale al mundo lo preciosa que eres sólo como tú sabes.

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